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Uruguay y México forjan una alianza contra las trabas comerciales
El proteccionismo comercial está de moda en la agenda de los mandatarios de América Latina. En las últimas horas, Uruguay y México han mostrado su común preocupación por una tendencia de trabas comerciales que se está extendiendo por la región, especialmente en Brasil y en Argentina.
Las medidas proteccionistas que últimamente está llevando a cabo la presidenta brasileña Dilma Rousseff, están generando diferentes enfrentamientos con los vecinos de América Latina. Dos de sus socios que no han visto con buenos ojos este afán arancelario son México y Argentina, con los que ya se han reunido para tratar esta cuestión.
Pero, Agentina, a su vez ha impuesto barreras a algunos productos claves para la industria uruguaya. La diferencia sólo se resolvió a última hora tras una gestión personal del presidente José Mújica con su homóloga Cristina Fernández. Pero antes, las asociaciones empresariales de ambos países habían mantenido un periodo de tensiones bilaterales.
Con Paraguay, de momento, como convidado de piedra, los difíciles equilibrios entre Brasil, Argentina y Uruguay vuelven a amenazar la supervivencia de Mercosur. Un proyecto que, sin embargo, casi todos los analsitas consideran como la única opción verdaderamente viable para que el subcontinente aproveche su actual pujanza económica y consolide la senda de un crecimiento sostenible, capaz de hacer frente al principal problema que aún tiene, el aumento imparable de la desigualdad.
La viabilidad del gran mecanismo de integración del Sur depende sobre todo del buen entendimiento entre Brasil y Argentina. Y, al menos de cara a la galería, ninguno de los dos países quiere aparecer como el firmante del certificado de defunción de Mercosur. De hecho, esta misma semana, el ministro de Exteriores brasileño Antonio Patriota se ha reunido con su colega argentino, Héctor Timerman, para analizar el comercio bilateral y aclarar también los aranceles argentinos a las importaciones. Según datos de entidades brasileñas, las exportaciones hacia Argentina disminuyeron un 22,5% durante el pasado mes de febrero.
Y este es un hecho histórico. Por primera vez, en mucho tiempo son las empresas argentinas las que venden más productos en Brasil y no al contrario. La avalancha de capitales que inunda el país que preside Dilma Rousseff lo ha provocado. Pero es difícil frenar el apetito de unos inversores que quieren aprovechar unos tipos de interés de referencia al 9,5%.
Y como consecuencia del siempre peligroso vuelo de los capitales golondrina, la industria brasileña sufre y a Dilma no le queda más remedio que optar por el proteccionismo como alternativa. Por lo menos, de momento.
Una debilidad que da alas a su enemigo tradicional por el liderazgo en el subcontinente. México, por supuesto. Un país que se dispone a cambiar de presidente y quizá de suerte si la economía de EEUU se recupera. Aunque se vea obligado a realizar una potente campaña de relaciones públicas para borrar la mala imagen que le dan sus crecientes problemas de inseguridad ciudadana. Una ola a la que Brasil no es inmune y que, sin embargo, consigue eludir en los titulares de la prensa especializada internacional que tampoco presta demasiada atención a los casos de corrupción.
Esta semana, el Gobierno mexicano rechazó la oferta de las autoridades brasileñas de renegociar el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ambos países para reducir así sus exportaciones de vehículos al país sudamericano hasta los 1.400 millones de dólares (1.066 millones de euros).
Diversos analistas creen que las medidas proteccionistas podrían acabar por convertirse en un lastre para esta pujante economía. Señalan además que si Brasil se cierra, podría pronunciarse la desaceleración del comercio mundial.
Sin embargo, también hay acuerdos para romper las barreras comerciales. Es el caso de Perú y Colombia, que acaban de firmar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea (UE). Aunque la noticia tiene un sabor agridulce porque este pacto se ha firmado sin contar con los otros dos países que aún forman parte de la Comunidad Andina: Bolivia y Ecuador. Lo que acrecenta la debilidad de un bloque que ya quedó muy tocado con la salida de Venezuela.