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México y Colombia hacen crecer la economía en América Latina

23.05.2013

México y Colombia comparten vínculos históricos y culturales, así como importantes retos y aspiraciones. Ambos países se han convertido en aliados estratégicos que impulsan el desarrollo y el liderazgo de la región de América Latina y el Caribe. Para ello, participan juntos en mecanismos de gran trascendencia, como la Alianza del Pacífico, que hoy y mañana celebra su VII Cumbre en la ciudad de Cali.

La Cuenca del Pacífico es una de las áreas de mayor potencial de crecimiento en el mundo. Por esta razón, la Alianza del Pacífico —donde Colombia y México trabajamos de la mano con Chile y Perú— se perfila como una plataforma prometedora para el crecimiento y el libre comercio en América Latina. La Alianza no sólo constituye un mercado con una población de más de 200 millones de habitantes (36% de la población de América Latina y el Caribe), sino que, en su conjunto, representaría la décima economía del mundo y la séptima potencia exportadora. Además, genera 35% del PIB latinoamericano, así como casi 50% del comercio y 30% de la inversión extranjera directa en la región.

Esta Alianza, además de promover intercambios entre los países socios, es un mecanismo diseñado para proyectarlos y vincularlos con otras regiones del planeta, como Asia-Pacífico. Los acuerdos alcanzados en este marco han permitido avanzar en uno de los planes de integración más ambiciosos de América Latina y el Caribe. Nuestra Alianza ya se ha convertido en un referente obligado que ha generado gran expectativa entre inversionistas y gobiernos de países que buscan sumarse como estados observadores.

México continuará impulsando los acuerdos surgidos en las cumbres de la Alianza del Pacífico, como la creación del Mercado Integrado Latinoamericano (Mila), enfocado en la convergencia de las bolsas de valores de Chile, Colombia y Perú. De hecho, la Bolsa Mexicana de Valores manifestó su interés por unirse al Mila y así se hará en 2014. Hoy, este esfuerzo de integración financiera representa un mercado de 736 mil millones de dólares; con la adhesión de México, el monto ascendería a más de 1,2 billones de dólares en capitalización de mercado. Además, duplicaría el número de intermediarios y resultaría en una cotización de cerca de 700 empresas en la bolsa.

Lo anterior ocurre en una América Latina vigorosa, que ha logrado sortear la crisis económica global gracias a la solidez de sus políticas económicas, al libre comercio que practica y a su capacidad para atraer inversiones. De acuerdo con estimaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el año pasado nuestra región tuvo un crecimiento de 3,0%, porcentaje superior al crecimiento promedio mundial; este año se espera que la cifra aumente a 3,4%. Por su parte, de acuerdo con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad, por sus siglas en inglés), en 2012 la inversión extranjera directa en la región superó los 232 mil millones de dólares. Asimismo, esta área ha experimentado una expansión de su clase media, reflejo de un mejor desarrollo e inclusión social.
Por todo lo anterior, la propia relación entre Colombia y México pasa por un buen momento. Nuestros países han construido una comunidad de negocios fuerte, con grandes oportunidades de inversión. Casi 20 años después de la firma del Tratado de Libre Comercio con Colombia, y a unos años de su ampliación, México se ha posicionado como su tercer proveedor más importante, con una participación de 10,9% de las importaciones totales.

En este contexto, México respalda la entrada de Colombia a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La fortaleza económica colombiana, su compromiso con el libre mercado y el Estado de Derecho, así como su exitosa lucha contra el crimen organizado, contribuirán a fortalecer los principios y metas de la Organización. Confío en que el ingreso de Colombia se reflejará, además, en la promoción de la región latinoamericana hacia el resto del mundo.

En cada uno de los foros en los que coincidamos, nuestros países –estoy seguro– habrán de privilegiar los esfuerzos y posturas conjuntas, compartiendo experiencias y construyendo frentes comunes. Los lazos históricos son una de nuestras mayores fortalezas. Sin embargo, estoy convencido de que es el futuro cercano el que habrá de unirnos aún más, en favor de ambos países y de América Latina y el Caribe.