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Color siete
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Color Siete tiene una nueva oportunidad: puntos de venta y franquicias

19.03.2012

Teka Capital, un fondo de inversión, adquirió 60% de Color Siete, una de las marcas de confecciones de mayor potencial en el país. El plan es consolidar un proyecto regional a partir de puntos de venta propios y franquicias. Colombia y México, los pilares de la estrategia.

Hace un poco más de diez años, Luis Felipe Molina tenía un gran sueño: convertir a Color Siete en una de las marcas latinas de prendas de vestir más importantes en el mercado de Estados Unidos. Se la jugó a fondo buscando posicionar allí su estilo y productos, pero el proyecto no funcionó.

“La compañía no estaba madura en ese momento y el proyecto fue desafortunado e inoportuno. Nos desenfocamos del objetivo principal, que era ser importantes en Colombia y aspiramos a ser importantes en un mercado muy competido y que demanda muchos recursos”, dice Molina.

Además, este sueño coincidió con una estructura financiera frágil y una crisis en Venezuela, donde estaban el 65% de las ventas. La realidad dio al traste con los planes y obligó a la compañía a entrar en Ley 550.

Más de diez años después, Color Siete tiene una nueva oportunidad: Teka Capital, un fondo de inversión liderado por Diego Córdoba y Juan Antonio Pungiluppi, se quedó con 60% de la compañía, en la primera gran operación que realiza.

La historia
Tras su frustrado ingreso al mercado de Estados Unidos y con un panorama financiero complejo, en 2006 Color Siete se reenfocó en el mercado colombiano y aprovechó la expansión de nuevos formatos de comercio.

Dos hechos le permitieron a la compañía sobrevivir. El primero, el nacimiento de la marca Rosé Pistol, que complementa su portafolio, pues está enfocada en el segmento de 16 a 24 años, mientras que Color Siete atiende al público de 25 a 40 años. De hecho, este segmento de los más jóvenes ya representa 45% de las ventas de la compañía. Y el segundo, el desarrollo de canales como las tiendas por departamentos, en especial la chilena Falabella, donde hoy la empresa tiene 26 puntos de venta.

Para 2011, las ventas de la empresa llegaron a $30.000 millones y a 44 puntos de venta. De ellos, 20 son de Rosé Pistol y 24 de Color Siete. De este total, 28 son franquicias en Ecuador, Venezuela y Guatemala. Cerca de la mitad de las ventas corresponde a tiendas y franquicias, y la otra está concentrada en tiendas por departamento y multimarca.

En el frente de fabricación, 65% del producto es hecho en Colombia, en una planta en Manizales, que cuenta con 400 operarias. El restante 35% se importa –al igual que algunos de los insumos y las materias primas– de Oriente, Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. El año pasado creó la marca Rosé Pistol Kids, para entrar en el segmento de 6 a 12 años.

Además, desde hace cinco años le fabrica a la exclusiva cadena inglesa Paul Smith –que tiene presencia en 35 países– pantalones, camisas y otros productos con algodón pima de Perú, siendo el único proveedor latinoamericano que tiene la emblemática marca.

¿Cómo llega Teka?
La historia de este fondo de inversión con Color Siete tiene orígenes en la misma crisis de principios de la década pasada. Molina, en su interés por buscar un inversionista para Color Siete que apalancara el proyecto de Estados Unidos, conoció a Juan Antonio Pungiluppi quien, por entonces, trabajaba como analista senior de Violy, Byorum & Partners en Nueva York, la banca de inversión que dirige Violy McCausland. Aunque hubo aproximaciones, no se concretó nada.?Una década después, Pungiluppi y Molina se volvieron a encontrar cuando Color Siete decidió empezar un proceso de búsqueda de socio estratégico y Teka estaba analizando posibilidades de inversión. En mayo de 2011, Teka y Color Siete empezaron a acercarse en las negociaciones que finalizaron en diciembre pasado. “Nos atrajo que, pese a las restricciones financieras, lograron crecer entre 10% y 11% en los últimos años. Además, vimos la posibilidad de triplicar de aquí a tres o cuatro años el número de tiendas que tenemos hoy”, dice Diego Córdoba.

Una de las condiciones del fondo para cerrar el negocio y quedarse con 60% de la empresa era que Color Siete debía llegar ‘cero kilómetros’; es decir, los accionistas tuvieron que pagar el acuerdo con los acreedores, que estaba programado hasta 2020.

El plan
La estrategia busca apalancarse en el desarrollo de la economía del país y del mayor poder adquisitivo de los estratos medios, cuyo consumo viene en ascenso, y aprovechar la ampliación de la torta del mercado que han hecho cadenas como Zara, Mango o la misma Falabella.

El plan es ser un jugador regional con un foco muy claro en Colombia y México. Estados Unidos, Canadá, Centroamérica y eventualmente Brasil y Chile, serán monitoreados para aprovechar oportunidades que surjan, por ejemplo, de los tratados de libre comercio.

En ese sentido, Color Siete logró ingresar con su propia marca al Palacio de Hierro de México, uno de los referentes de las tiendas por departamentos de la región, con 15 espacios entre 20 y 40 m2 para sus marcas Rosé Pistol Kids y Color Siete que entrarán en operación a mediados de marzo y para agosto están programados otros cinco puntos de Rosé Pistol.

Luego de haber sobrevivido con las uñas, en un escenario de alta competencia y de haber aprendido de su experiencia en la aproximación al mercado de Estados Unidos, Color Siete y sus marcas empiezan a coser esta nueva etapa de su desarrollo y a diseñar su futuro. El mercado dará su veredicto.